La bella lo esperaba ansiosa, sabía que a esa hora él debería atravesar el bosque. Se recostó sobre un banco de piedra y se hizo la dormida. Él, agazapado detrás de un pino, la observó. Disimuladamente siguió cada uno de los pasos de ella. Pensó acercarse y hacerle cosquillas, o besarla, o acariciarla, o regalarle un anillo de perlas y proponerle matrimonio, pero finalmente decidió que no le gustaban las mujeres manejadoras y siguió su camino.
Hace 7 años
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