Entonces, volvió en sí. Se vio atado a una silla, las manos detrás de la espalda y el torso descubierto. La piel le ardía. Los ojos le pesaban. Había olor a quemado. A pelo quemado. Miró a un costado de la habitación blanca y vio una mesa de mármol. Sobre ella, un dedo y sangre. Se tocó y percibió que en la mano derecha tenía un vendaje. Un sudor frío bajó de su sien hasta la mejilla. En vano intentó zafarse. Las voces provenientes de la otra habitación le dieron fuerzas. Gritó. Sin embargo, lo que apareció, le quitó toda esperanza de supervivencia. El albino jugaba a las cartas. Algo había salido mal. Sintió un temblor en todo su cuerpo.
Escuchó los pasos del rengo que se acercaba. Nuevamente. Entonces, recordó.
Hace 8 años
3 comentarios:
Muy bueno, Mabel! Me gusta mucho como quedó.
Besitos
Ay Mabe lo leo y me da el mismo miedo y la misma repugnancia que cuando lo esuché
Y dijsite que era malo!!!
Besotes grandes
es pe luz nan te !
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