CRUZAGRAMAS: un grupo de escritores en busca de alternativas

miércoles, 20 de agosto de 2008

LA RADIO Y EL SOTANO

Hola lindo, te extraño.
Todavía no entiendo como esta vieja radio con dos parlantes y ese espantoso botón verde, sigue funcionando. Un poco a los golpes, otro poco con buena voluntad (mía por supuesto) que la cambio continuamente de lugar hasta encontrar el más adecuado. Esta semana está sobre la mesa del living. No hace mucho juego que digamos, es más, desentona bastante, sobre todo con las dos lámparas negras que caen del techo. En fin, sólo a mí se me ocurre en un ambiente minimalista ubicar esta radio de los años 50, pero cada tanto me gusta retrotraerme a otra época. El viernes, se le cayó otra perilla, o sea que ya son tres las que le faltan, aún así anda, no sé cómo pero anda.
Ayer me recosté un rato en el sillón del living. Recién ahí me di cuenta de que las paredes están blancas, tan blancas que necesitan algo de color, tal vez mañana vaya por algún tapiz bien colorido.
En eso estaba, cuando se me ocurrió encender la radio y previo golpecito empezó a sonar Rod Stewart. Cantaba tu tema preferido “¿Crees que soy sexy?”. Lo mismo que me dijiste el día que te conocí. Me gusta recordar ese momento y me agrada contártelo aunque lo sepas. Hacía dos horas que estabas en el sótano de la casa de mis viejos, tratando de arreglar el tablero de luz. De no ser porque necesité mi bici, todavía estarías ahí encerrado; nadie en la casa reparó en tu ausencia. Ese sótano… tan bien cuidado pero donde no corría una gota de aire. Te habías quitado la camisa y el pantalón porque el calor era asfixiante. Tu pelo y barba estaban empapados. Me quedé estática al verte. “¿Crees que soy sexy? No, soy el electricista. Ayudame a salir por favor”. Y ese fue el comienzo de nuestra historia.
Hablando de historia te cuento que tuve que ponerme a estudiar el Cruce de los Andes para ayudar a la niña con la tarea. Está tan linda, si la vieras con su cabello corto, con dos colitas. Tiene unos ojos inmensos, grandes, tan grandes como los tuyos. Ella también te extraña, siempre pregunta por su padre.
Bueno chico, va siendo hora de que te deje, uno de estos días continúo escribiéndote con esta lapicera que me regalaste cuando me recibí y que ha perdido su capuchón. No logro encontrarlo por ningún lado, como tampoco logro encontrar esa sonrisa mía que perdí hace dos años.Mi suerte estaba echada lindo, mi dado cayó de culo el día del accidente. No hay marcha atrás, es el destino.

No hay comentarios: